Da igual que seas celíaco, que te guste más el arroz, o que tu cuerpo te pida probar el chocolate. Que no, que no insistas, que la ley, los listos de la educación y los que mandan, porque mandan, te dicen que te tocan macarrones. ¡Ah! ¿Que dices que no te gustan? Pues eso es que tienes un problema: «no eres capaz de comer macarrones con seis años». Te vamos a tener que meter en un «programa especial» para gente como tú, que tampoco puede comer macarrones con seis años. Con lo fácil que es comer macarrones, si tampoco cuesta tanto, pon un poquito de interés por tu parte… haz los deberes, inténtalo de nuevo. Si te dicen que toca, «por algo será».
El currículo dice que tocan macarrones con seis años. Estrangula la creatividad, mata la conexión con la realidad, anula la improvisación… y con esto, le dice a los docentes que tampoco son capaces de pensar por sí mismos qué pueden ofrecerles a los alumnos. Sea como sea, el currículo te dice el menú que debes comer y a los docentes qué deben cocinar, les guste o no, sepan o no si es adecuado para sus alumnos. Da igual si los alumnos son celíacos, o ya han comido. Cuando un docente sabe que hay otros alimentos más nutritivos, que serían más adecuados para el crecimiento de sus alumnos, cuando sabe que los alumnos se merecen más diversidad, que para aprender a comer de todo tienen que comer de todo, que no basta con decírselo mientras les das los macarrones de siempre… No hay vuelta atrás. No eres libre para hacer lo mejor para tus alumnos, y sabes que tus alumnos están creciendo sin libertad. Puedes resignarte por cobrar un sueldo todos los meses, o puedes construir y promover una alternativa coherente y respetuosa.
Los docentes «deben» dar un temario, atenerse a un currículo. Así «aseguramos» que todos los niños de una edad determinada tenga «unos mínimos» ¿Dónde cabe la actualidad? ¿Acaso no importan las inquietudes de los alumnos? Es trágica la mirada hacia el docente. ¿Acaso no sería capaz de ofrecer algo interesante a los alumnos sin que existiera un manual de instrucciones? ¿Quién se cree que atendiendo las necesidades y los gustos de un alumno, no se puede aprender a leer, a resolver problemas matemáticos, etc.? ¿Es que nadie ha hecho un bizcocho o ha hecho la compra, nadie ha leído una noticia y la ha compartido con sus familiares…? ¿A qué mente ocurrente se le ocurrió separar las materias instrumentales del resto, y hacerlas «asignaturas» independientes?
El currículo empuja a la gran mayoría de docentes, año tras año, a utilizar los inútiles y antipedagógicos libros de texto, ya que no saben de qué otra forma pueden ofrecer una mayor fidelidad al currículo. Todavía, la mayor parte de los «profesionales de la enseñanza» no se han dado cuenta de que a quien deberían ser fieles es a sus alumnos. Que sus alumnos podrían llegar muy lejos si sus profesores no se dedicaran día tras día a cortarle las alitas que les salen todos los días. En secundaria he visto a demasiados niños sin alas. Aburridos, cansados,… ahora toca esto, luego toca lo otro y da igual lo que yo quiera hacer, así que ya ni me molesto en pensar qué quiero hacer. Luego viene un profesor que sí se ha interesado por la pedagogía y se empeña en que vuelen un poquito. Y esto va por mi, por Jose Luis Castillo y otros profesores innovadores a los que aprecio mucho. Como no tienen alas, tardan seis meses en crecerles unos plumones y empezar a aprender a volar, mientras tanto se pegan unas castañas del quince, y les cuesta que no veas. Quizá puedan volar sólo los últimos cinco meses del curso escolar. Cuando dejan de tener a este profesor, viene otro que les vuelve a cortar todas las alas, y listo. Yo me pregunto, ¿y ésta es toda la esperanza del sistema público? ¿Lo que hagan los profesores innovadores? Pero si son cuatro y están en cuatro centros. Mientras tanto, en nuestro país, a las familias que están dando una alimentación mental adecuada a sus hijos, quienes quieren hacer el esfuerzo de ofrecerles algo más que macarrones a los seis, con mayor libertad y autogestión, mayor diversidad de actividades, de grupos, de lugares y de formas de aprender, la legislación no les reconoce el derecho a hacerlo. Tienen que educar a sus hijos sabiendo que en cualquier momento podrían ser denunciadas e incluso podrían llegar a obligarles a escolarizar a sus hijos. Aunque sus hijos ya comieran macarrones a los cuatro años, serían obligados a volver a comer macarrones otra vez. Es espantoso.
Si un niño dibuja en un papel en clase, se le pide que deje de hacerlo. He visto profesores que disfrutan obligando a los niños a dejar de dibujar, incluso en guardias. (Por no comentar casos peores.) Da igual que ese niño pueda dedicarse profesionalmente a dibujar en un futuro, o que esa actividad pueda ser buena para desarrollar habilidades que más tarde le sirvan para ganarse la vida y sentirse realizado haciendo lo que le gusta. ¿A cuántas personas falla y ha fallado el sistema educativo? Les estamos enseñando que sólo hay macarrones, que además, sólo importan los macarrones y te los tiene que dar un experto en cocinar macarrones. Si no te gustan es porque tú tienes un problema. Y si no entiendes porqué comes macarrones, «el listo» del profesor probablemente te dirá que ya lo entenderás más tarde.
Lo que se entiende más tarde es que perdiste el tiempo, eso lo saben todos los que no han utilizado los logaritmos neperianos o la tabla periódica en su vida, y pudieron aprender algo más útil para ellos en el presente en el que se mueven. Lo triste es que mientras tanto, te han enseñado a ser un bulímico de los conocimientos, a tragar cosas que no necesitas, que lo que pones en un exámen tiene que ver con lo que sabes, que una nota numérica del cero al diez dice qué eres capaz de hacer. Aprendiste a no rechistar y a creer que alguien, que no eres tú, puede decirte lo que en realidad tú necesitas. Eso que piensas, eso que sientes, es mentira. Y no hay nada más falso y más triste que ese aprendizaje.
La verdadera innovación educativa la están llevando a cabo las familias unschoolers y las escuelas libres o alternativas. Después de conocer lo que hacen a través de sus blogs, webs y documentales, y ahora, mientras les visito en persona para conocerles, no me extraña en absoluto que de esos sistemas de educación salgan pensadores, escritores, científicos e inventores como Jean Austen, Pascal, Moebius, Pierre Curie, Thomas Edison, … Aristóteles, Epicuro, Tesla, Joule,… la antropóloga Margaret Mead y muchas más personas autodidactas que no fueron a la escuela. Los creadores de Google, Wikipedia y Amazon fueron a escuelas Montessori, escuelas libres que educan a librepensadores. Es curioso que algunos docentes piensen que las familias que educan en casa tienen a sus hijos todo el día encerrados, como paradójamente, sí ocurre en la escuela. Sus hijos viajan, participan en talleres y cursos con otros niños, van a museos, al campo, a la playa, …son niños normales, seguros de sí mismos y tan sociales como el resto. Si les leéis comprobaréis que son niños mejor atendidos que la mayoría. Es muy probable que despierten envidia. Sus padres son personas conscientes, han tomado la decisión de educar en casa después de una larga y profunda reflexión personal, son personas formadas y capaces de ofrecer una buena vida a sus hijos.
La escolarización debería ser un derecho, no una obligación. Y si una familia no lleva a sus hijos a la escuela y tampoco les ofrece una educación, debería ser denunciada y condenada. Como cualquier familia que permita que sus hijos estén desnutridos. Ahora, deberían estarlo tanto como todos los docentes ¡que cobran cada mes! y no permiten a sus alumnos realizarse como personas libres, crecer y desarrollarse a su ritmo en las mejores condiciones posibles. No hay juzgados para tanto «fracaso escolar».