Los libros de texto sólo tienen sentido si son para el profesor. Los alumnos no deberían tener libros de texto, tampoco digitales.
Los alumnos aprenden haciendo, experimentando, jugando, buscando respuestas, escribiendo sus descubrimientos, sus cálculos, sus conclusiones, sus hipótesis…
El contacto con la naturaleza es fundamental, tocar tierra para tener los pies en el suelo. En Internet hay tanto multimedia con el que aprender: está muy infravalorado su potencial entre los docentes de libro. «¿Es que no van a leer?» Claro que si: cuentos, textos de divulgación, enciclopedias… Información de textos reales, en su contexto.
La información está en la naturaleza y el arte es la mejor forma de comunicación. La información que mejor nos llega, la que mejor comprendemos, es la que nos proporcionan las experiencias directas.
Los libros de texto son orejeras, no permiten que los docentes aprovechen las experiencias que hay en el entorno. Les desconectan de la realidad, de las noticias… Sobretodo de los estudiantes. Y éstos pasan sus mejores años perdiendo el tiempo subrayando, copiando y estudiando para el examen. Cambiar este desastre está en manos de la comunidad educativa y en cada uno de sus miembros.
Es difícil cambiar algo con lo que se ha convivido durante muchísimo tiempo, pero evidentemente igual que cambia la sociedad hay que cambiar la forma de enseñar, los libros de texto resultan anacrónicos, pero es que el libro digital no es demasiado distinto.
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Gracias por tu comentario, Jose Luis. El libro digital no es la alternativa, porque como comentas, tiene los mismos defectos fundamentales. Hoy he publicado un artículo sobre el currículo y la enseñanza libre: espero que te resulte interesante.
Un cordial saludo.
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Gracias Aida, voy a verlo ahora mismo. 😉
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Creo que la los dos métodos en combinación serian mas beneficioso! Bueno, esto es un poco controversial y nos trae a la mesa del discurso. Gracias!
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Yo creo que los libros son muy importantes. Por supuesto, no individualizados y hasta sacralizados como ‘libros de texto’ sino como instrumentos para un aprendizaje activo.
Y estoy muy sorprendido que cuestión tan definitoria e importante se aborde con mucha frecuencia de modo completamente equivocado. Incluso por quienes se dedican profesionalmente a la educación.
Hoy en día, leer un texto con pretensiones pedagógicas es entrar en una jerga inextricable y absurda. Realmente creo que hay muchos supuestos pedagogos que deberían dedicarse, con mayor aprovechamiento, a la cría del bonito macho.
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