Formación contínua para continuar creyendo


¿Os imagináis ir a un curso sobre astronomía y que os enseñaran a leer la carta astral?, ¿Qué pensaríais de la organización?, ¿Cómo os sentiríais si además en el programa del curso no se mencionaran términos ni referencias astrológicas?, ¿Qué pensaríais si al intervenir en el curso para discriminar entre astrología y astronomía, ninguno de los asistentes ni organizadores os acompañara en la idea, y lo que es peor, que ni siquiera se abriera el debate?, ¿Qué pensaríais si el ponente es reconocido entre los asistentes como una referencia en astronomía, aprovecharan el curso para comprar sus libros y demostrarle su admiración?, ¿Y si el ponente dijera que tanto la astrología como la astronomía son creencias? Con este artículo empiezo a abordar mi experiencia en el curso “Más corazón en educación. Aprender a ser” a partir de una pregunta que deberíamos hacernos tanto padres como docentes: ¿cuando enseñas, fomentas el uso de la razón o de las creencias? (¿tu modelo didáctico fomenta el pensamiento crítico?)

Desde el jueves hasta ayer sábado, Tomás y yo hemos asistido al curso de José María Toro. Lo mejor del curso es confirmar que los recortes no frenan la formación contínua. Lo peor, comprobar la calidad de la poca formación que queda a salvo: el curso “Intercambio de experiencias del mundo científico“ se anuló por falta de asistentes. Sin embargo, conocer la existencia de las jornadas #Novadors12#Aulablog12, #TICEMUREXPERTIC2012 y el curso LOVA 2012 mantienen mi esperanza en el sistema. Es una de las ventajas de la red: tienes motivos para sentirte acompañado.

En el mensaje que nos enviaron desde el CEFIRE para confirmarnos que estábamos admitidos, nos gustó leer:

Os recordamos que tenéis que traer mantita, esterilla, calcetines y ropa cómoda.

El curso prometía. A lo largo del curso, el discurso de Jose María y la actitud de mis compañeros docentes asistentes son una muestra de las graves carencias de nuestro sistema educativo, por tantos frentes, que tendré que ir de uno en uno, empezando por este artículo.

¿Os imagináis ir a un curso sobre astronomía y que os enseñaran a leer la carta astral?, ¿Qué pensaríais de la organización?, ¿Cómo os sentiríais si además en el programa del curso no se mencionaran términos ni referencias astrológicas?

En el programa del curso podréis ver que no se menciona ninguna pseudociencia ni ninguna creencia: ni al Feng Shui, ni al Diseño inteligente, ni a la pedagogía sistémica, ni a la Numerología, ni a pseudociencias derivadas de la antroposofía… Pues bien, éstas y otras creencias estuvieron presentes a lo largo de todo el curso: en los mensajes que acompañaban los ejercicios corporales y mentales que hicimos, en los discursos del ponente y en sus argumentos.

El primer día Jose María mencionó que se estaban haciendo descubrimientos sorprendentes en cuanto al corazón, que estábamos entrando en una nueva era de la historia, y que tenía un libro a punto de publicar sobre este tema. Después de la experiencia con María Pinar, no quise esperarme a escuchar el mismo mensaje. Me acerqué a él y le comenté la existencia de una pseudociencia del corazón, y que si iba a escribir un ensayo sobre el tema, se informara bien y estuviera alerta. Él se mostró receptivo, sorprendido y me pidió que le pasara las referencias. Espero que en los artículos Valorando la jornada valores y “Ciencia del Corazón”, diferencia entre ciencia y pseudociencia. Carta abierta descubra algunos ejemplos de referencias pseudocientíficas sobre el tema. Sin embargo, tengo mis dudas, porque nos ha demostrado que no sabe distinguir entre un conocimiento y una creencia. Incluso nos afirmó que “la ciencia es una creencia más”. No es que no sepa el significado de estas palabras, es que no sabe cómo se genera el conocimiento científico, ni cómo detectar una creencia. No es culpa de él, nadie es culpable de su ignorancia: la culpa es para los cristianos. Todos somos ignorantes en algo: todos tenemos nuestros sesgos.

Quien diga que no los tiene, es que no sabe lo que es un sesgo psicológico. El problema viene cuando alguien que no sabe investigar se dedica a escribir libros de divulgación para padres y docentes, y como puede ocurrir y ocurre, que sus lectores no sepan diferenciar entre conocimiento y creencia.

Quien aprende que las ciencias son un compendio de conocimientos, quien nunca ha llevado a cabo una investigación utilizando el método científico (¡Nunca! Ni en infantil, ni en primaria, ni en secundaria, ni en bachillerato… a lo largo de la enseñanza obligatoria todos deberíamos haber llevado a cabo una investigación al menos, ¡que hay años para parar trenes!), no tiene ni idea de qué es la ciencia, porque no entiende cómo se genera el conocimiento científico y acaba pensando que la ciencia son conceptos, cálculos, ideas abstractas (el átomo ¿alguien lo ha visto alguna vez?, o la “mecánica cuántica y la energía” tan de moda en los Argumentum ad ignorantiam de las nuevas pseudociencias…) y acaba confundiendo ciencia con filosofía, ética o creencias espirituales. Estos alumnos serán algún día una ministra de sanidad que luce la power balance, un divulgador que no es consciente de estar escribiendo ensayos de pseudociencias ni de estar generando en sus cursos una corriente que predispone a la credulidad, o un ministro de educación capaz de defender que disponer de menos profesores y más alumnos por aula no afecta para nada a la calidad de la enseñanza.

A cerca de los contenidos del curso.

1. Metodologías innovadoras en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Jose María compartió con nosotros un modelo didáctico, que presentó en forma metafórica. El modelo didáctico que nos planteó Jose María da especial atención a las emociones de los alumnos. ¿Habéis visto La lengua de las mariposas? ¿Y habéis visto el documental de Toshiro Kanamori? En los dos casos podemos ver en acción a dos buenos maestros de escuela para una sociedad sin acceso a Internet. Tienen en común el amor con el que se entregan a su trabajo, su carisma, su sensibilidad, la empatía con la que se dirigen a los alumnos… los dos siguen modelos didácticos que dan un gran protagonismo a las emociones de los alumnos. Sin embargo, hay una gran diferencia entre ambos modelos.

En la Lengua de las mariposas, Don Gregorio sigue un modelo didáctico similar al que divulga Jose María: un modelo centrado en el profesor. Según Jose María, el profesor debe estar inspirado, debe fluir con los alumnos, no debe limitarse a repetir un discurso, sino que debe “canalizar la energía” de la clase igual que un río, y la atención silenciosa de sus alumnos son los afluentes que alimentan su inspiración. Las conversaciones que se generen en clase, nos dijo, son «agujeros por los que se pierde la energía de la clase«, y hay que evitarlos (con mucha mano izquierda, guardando silencio para llamarles la atención, sin castigarles ni reñirles, pero evitarlos). En su modelo, las ideas del profesor son semillas que brotarán en sus alumnos si éstos están atentos. Del mismo modo nos planteó su curso: él nos contaba sus ideas y nosotros las recibíamos. Él iría “lanzando muchas semillitas” y nosotros, si queríamos, podríamos recibirlas y permitir que florecieran en nosotros.

En este modelo centrado en el profesor, los alumnos sentaditos y muy atentos (¿modelo “innovador”?), tal y como explicaba Santos Guerra, beben del agua que Jose María les ofrece. Si en la clase los profesores somos la fuente del conocimiento y pretendemos que nuestros alumnos lo incorporen, les estamos enseñando a que incorporen la información que les llega (algo útil en la sociedad industrial, pero no en la sociedad de la información). ¿Cómo adquirirán el hábito de ser críticos con ella?, ¿Cómo diferenciarán lo que es un conocimiento de lo que es una creencia? Cuando un alumno que aprenda bajo el paradigma de este modelo didáctico tenga sed, pedirá un vaso de agua para que alguien se la proporcione. Es lo que ha aprendido. Ha aprendido a beber, pero no a buscar el agua ni a reconocer si el agua es potable. De modo que cuando alguien de su confianza le ofrezca un vaso lleno de un líquido incoloro, tal y como ha aprendido, incorporará su contenido sin dudar demasiado de él: si es incoloro es que es agua (falacia del consecuente) ¿Aún nos preguntamos porqué las pseudociencias y otras creencias se abren paso en nuestra sociedad? En el modelo tradicional centrado en el profesor, el más común en nuestra sociedad, los alumnos para tener éxito deben aprender a asimilar los conocimientos que su maestro les proporciona: es un modelo que no estimula el desarrollo de la capacidad de pensamiento crítico ni de resolución de problemas reales (que deberíamos desarrollar al trabajar por competencias) por lo que fomenta el mantenimiento y la aparición de creencias. (Si eres fruto de este sistema, ya sabes qué sesgos te acompañan.)

El modelo de Toshiro Kanamori sin embargo, es un modelo centrado en los alumnos, interdisciplinar, que contextualiza los aprendizajes mediante el desarrollo de proyectos. Este modelo conecta la realidad de las aulas con la realidad social de los alumnos, y trabaja desde esa realidad. En lugar de seguir un modelo didáctico que se asemeja a un río, en el que el principal protagonista es el profesor, su modelo didáctico se asemeja al de una red. Es una pena que el documental con el que se ha hecho famoso se centre únicamente en los momentos en los que trabajaban las emociones y no muestre el proceso entero del aprendizaje por proyectos. Sin embargo, tenemos mucho material en la red para conocer el aprendizaje por proyectos. En el modelo de red los alumnos trabajan en grupos, conversan continuamente en clase, discuten, surgen conflictos, problemas, etc. Es un modelo orgánico, complejo, como la vida misma. Cuando aprendemos a cocinar, como dice Carlos Morales, no aprendemos el tema de las salsas, el de las especias y el de las pastas por separado. Nos proponemos hacer unos macarrones, un objetivo, y seguimos ciertos pasos para conseguirlo: es nuestro proyecto. La vida está compuesta de proyectos: montar un evento, solucionar un problema que tenemos y que a priori no sabemos cómo resolverlo porque es nuevo para nosotros, etc. En este modelo se utiliza el método científico para aprender conocimientos de historia, química o psicología, y se trabajan las emociones cuando surgen los conflictos. Los alumnos aprenden distintos conocimientos en el contexto de los proyectos, sólo en el momento en el que lo necesitan.

Con este último modelo, las ecuaciones de segundo grado toman sentido. Con el modelo centrado en el profesor, un modelo en el que las distintas disciplinas están compartimentadas (matemáticas por una parte, ciencias por otra), los alumnos perciben que las ecuaciones de segundo grado son unas ecuaciones que se resuelven por unos procedimientos sistemáticos que aprenden para aprobar un examen, unos procedimientos que jamás volverán a utilizar fuera del ámbito académico. Sin embargo, con el aprendizaje por proyectos los alumnos comprenden (porque así lo viven) que las ecuaciones de segundo grado son una herramienta para resolver problemas, una herramienta que sabrán cuándo pueden volver a utilizarla y cómo, porque ya lo han hecho en clase, de forma contextualizada.

2. Buenas prácticas en educación. 3. Ofrecer recursos y propuestas de intervención.

Ayer Jose María nos contaba que después de una dinámica de grupo en la que los alumnos miraban con amor a sus compañeros, al salir al patio uno de ellos le había pegado al otro. Jose María le dijo, “¿Cómo es posible que le hayas pegado, con la mirada de amor que antes le has dedicado?” “No lo puedo explicar”, contestaba el alumno. Quizá haya una explicación: trabajando las emociones de forma descontextualizada, como una disciplina más, los alumnos no aprenden a ser asertivos, a gestionar sus emociones cuando surge un conflicto. Ejercitan el sentimiento de amor -por sus compañeros, maestros o por sus padres, (aquí además podemos estar haciéndoles mucho daño, si desconocemos su historia familiar)-, pero no aprenden a solucionar un conflicto emocional. Quien entiende la educación con el modelo del río, es lógico que pretenda trabajar las emociones como una materia más, una actividad apartada del resto. Pero, ¿qué conseguimos cuando enseñamos sin que los alumnos tengan una necesidad? Les estamos diciendo “yo, como profesor, sé lo que te conviene creer y sentir”. Eso se llama adoctrinar, “abre la boca que te meto la cuchara”. ¿No sería mejor que aprendieran a comer solitos? Y sobretodo, ¿qué sentido tiene que las distintas materias y los distintos temas sigan siendo trabajados de forma independiente?

Desde la era industrial lo hemos compartimentado todo: matemáticas por un lado, ciencias por otro, ¿y el arte? ¡nada que ver!. Algunas personas han desconectado de tal forma las emociones de la razón que dan por sentado que un biólogo no encuentra belleza cuando mira a una flor, o piensan que la belleza la ve el artista. Esto le dijeron a Feynman, merece la pena que escuches su propia respuesta.  ¿Pero es que no somos capaces de entender que el conocimiento nos da mayor capacidad para comprender, y por tanto para ver belleza y para sentir emociones? ¿Acaso pensamos que porque una madre conozca más acerca del desarrollo embrionario va a dejar de sentir la belleza que hay en el proceso que está experimentando? ¿Que este conocimiento le va a restar emociones? Hay que tener algún problema para no ser capaz de entenderlo: un problema de aprendizaje, no sé… Escuchar a Jose María diciendo “tenemos que pensar menos”; “tenemos que emocionarnos más y no formarnos tanto en inteligencia emocional”, que “tanto pensar no nos deja emocionarnos, como los médicos y las enfermeras, y los universitarios, que quieren tener una respuesta para todo” y observar que el público, universitario y docente, le asiente en cada afirmación, …¿no os hace pensar en la calidad de la enseñanza?, ¿los maestros y profesores de ciencias estamos cumpliendo con nuestra responsabilidad social?

Jose María nos ha declarado abiertamente que no sabe por qué ocurren las cosas que observa, pero que “sabe que funcionan”. Según él, cuando tenemos la lengua en una determinada posición entramos en un determinado estado mental. Su teoría se fundamenta en los campos energéticos de la medicina tradicional china. “Las emociones no son mesurables como las matemáticas”, afirma. ¿Pero es que no sabe que la psicología estudia las emociones, que es una ciencia, y como toda ciencia aplica el método científico antes de aceptar una teoría? En psicología también se hacen experiencias, pero ¿cómo superar el efecto placebo y otras fuentes de error? Como decía Michael Shermer en el vídeo anterior, teniendo grupos de control, controlando el efecto placebo y evitando prejuicios congnitivos. Los métodos de comprobación no son tan naturales: a la humanidad le ha costado muchos años darse cuenta de que todos tenemos sesgos, incluso los científicos tienen sesgos porque son personas (por eso un mago tiene mucho que enseñarle a un científico y viceversa). Merece la pena conocer la historia de James Randi y Jacques Benveniste. Sólo cuando la sociedad tomó conciencia de nuestros sesgos pudo aparecer la ciencia: hace sólo un par de siglos.

Jose María nos comentó que decirle a alguien “No pienses en un elefante rosa columpiándose” provoca el efecto contrario; nos habló de efectos psicosomáticos, etc. Sin embargo, no aplica sus conocimientos en psicología para depurar sus investigaciones. “Conocer pero no aplicar”, ¿no os suena a los docentes? Es justo lo que hacen las malas prácticas docentes: pedirles a los alumnos que reproduzcan contenidos, en lugar de que apliquen los contenidos para resolver situaciones reales y complejas. Es aprender contenidos sin aprender competencias.

Incluso confunde el significado de evidencia: “La posición de la lengua es una evidencia, no está demostrado científicamente pero es evidente que existe una energía, porque funciona.” Tomás y yo hemos intervenido para preguntarle por algunas lagunas de su tesis (referencias, experimentos, etc.) En sus respuestas Jose María ha demostrado desconocer o ser indiferente a falacias que todo divulgador debería tener presente: Argumentum ad verecundiam, Argumentum ad hominen, falacias del non sequitur (no se sigue) o de la conclusión equivocada -la falacia del Consecuente-, a la conclusión desmesurada, entre otras. Como Jose María presentó tantas creencias como conocimientos, iré abordando distintos ejemplos en los siguientes artículos. Él no reconoce las falacias: ni como tales, ni en lo que lee, ni en sus investigaciones.

No quisiera que le juzgarais por esto, porque todas las personas tenemos nuestros propios sesgos, y la mayor parte de la gente no los sabe reconocer.

Nunca le atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez

Ser ignorante no te hace ser peor persona, al fin y al cabo, como decía Einstein,»Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera». Todos somos ignorantes en algo. Y todos somos capaces de algo valioso para la sociedad. Sólo quien está trabajando puede romper un plato, y sólo el que se atreve a divulgar puede errar en su discurso.

Sin embargo, es la responsabilidad de un divulgador y de un docente buscar sus propios sesgos y reconocerlos, en su compromiso con la profesión que ha elegido y por el importante papel social que tiene.

Por otra parte, ayer Jose María nos habló de estar en armonía con la estación del año, con el momento del día,… Igual de importante es estar en armonía con la estación del año, que estarlo con la sociedad y con la era en la que vivimos. “En la era de la tecnología, dudar de las informaciones y las ideas que nos llegan adquiere un nuevo sentido.” En esto, todos los docentes estamos de acuerdo. Sin embargo, no todos entendemos el mismo significado de esta frase. Y es que todos tenemos nuestros sesgos: no somos capaces de oler aquello que nos impregna. Si estás impregnado de creencias, si piensas que “la ciencia es una creencia más” como él nos dijo en su charla, estás lejos de reconocer si una información es fiable o no lo es.

Quienes hemos aprendido en un modelo didáctico centrado en el profesor, por bueno que éste fuera, hemos aprendido a bebernos el agua que nos sirven. La prueba somos nosotros mismos: hay una enorme cantidad de licenciados, docentes y divulgadores que no saben diferenciar ciencia de pseudociencia. Quienes tienen sed de conocimientos y no quieren basarse en creencias, dan a la ciencia el papel de fuente de sabiduría. Esto, sumado a no conocer qué es una falacia o no saber reconocer nuestros propios sesgos cognitivos, lleva a mezclar el conocimiento científico con creencias espirituales, morales, legales, o creencias personales: todo en el mismo saco, y sin distinguir referencias.

Jose María también nos pidió una definición de “atención”, para luego darnos la suya. Una compañera aportó la idea de «ser consciente» y yo aporté la idea de “estar abierto” y él me corrigió “estar atento” (un sesgo de confirmación). No me entendió porque entendemos por «atención» ideas diferentes. Nos dijo que cuando uno va a una conferencia y se pone a leer el móvil, no está en la conferencia, sino en el móvil. El viernes aproveché este comentario para invitarles, a él y a todos los compañeros del curso, a las jornadas #Novadors12 y #Aulablog12, donde podrán comprobar todo lo contrario: utilizar el móvil o el portátil antes, durante y después de las charlas te permite estar más y mejor en el evento. Les comenté que a mi me cunden mucho más los cursos en los que utilizo el móvil: aprendo más, porque comparto con otras personas lo que aprendo (escribir me ayuda a reflexionar y memorizar, y la red me permite que éste conocimiento no me lo quede sólo para mi) y además me retroalimento de la respuesta en la red, por lo que un punto de información se convierte en un segmento o en una línea, en ocasiones adquiere una dimensión nueva, o dos… Quienes experimentan la red como un medio para divulgar, o para coger la información que necesitan, vienen del modelo del río. Este sesgo no les permite descubrir Internet como lo que es, lo que su propio nombre indica: una red. Una red entre personas. Un espacio para colaborar, para compartir. Es más, Jose María comentó que las emociones te las transmite un abrazo, no el ordenador ni el móvil. Cuando les dije que yo me emociono mucho en Twitter y en la red, les ha sonado a chino. Quien no ha experimentado la colaboración como fuente de aprendizaje, quien no es usuario de las redes sociales, no lo comprende porque no lo ha vivido. La buena noticia es que algunos, entre ellos Jose María, comentaron que les parece interesante conocer estos eventos, que era algo nuevo para ellos.

De todo esto, varias conclusiones.

Por un lado, los significados que damos a las palabras que utilizamos está directamente relacionado con nuestro modelo didáctico. Si un profesor en sus clases suele trabajar con distintos grupo de alumnos que están aprendiendo cosas diferentes y relacionadas entre sí (trabajo por rincones, por proyectos, o por TAC), entenderá que en el murmullo está la máxima atención, que sus clases se alimentan de los murmullos igual que un blog lo hace de sus comentarios, porque es donde se comparten los distintos puntos de vista, las opiniones y es un modo importante de potenciar el pensamiento divergente y la creatividad: sin murmullo se pierde el potencial del grupo para aprender. Entenderá que en ocasiones la elevación de los decibelios es necesaria para que fluya la emoción. En definitiva, que es necesario darle la vuelta a las clases, por completo. Un modelo didáctico es un universo. Darle la vuelta a la clase es darle la vuelta a nuestra forma de entender la enseñanza y de utilizar los términos con los que hablamos. Quienes tenemos modelos didácticos diferentes hablamos con los mismos términos pero con significados distintos, como en esta ocasión nos ha ocurrido a Jose María y a mi con el término “atención”. Sin embargo, el acercamiento es posible, siempre y cuando estemos dispuestos a debatir, a llevarle la contraria a alguien para poder compartir con él nuestro punto de vista, y a poner en duda nuestro propio punto de vista.

Lo que una persona entiende por ciencia dependerá de su experiencia vital: los docentes tenemos una gran responsabilidad al elegir nuestro modelo didáctico. Como alumno, si has tenido un profesor de libro de texto, la ciencia es un montón de ecuaciones, unos procedimientos matemáticos, gráficas, tablas y conocimientos abstractos. Si has tenido maestros y profesores de ciencias que entienden su profesión de docente como un arte, la ciencia para ti será un proceso, una investigación, algo emocionante, una forma de entender la vida, una forma de enfrentarte a los problemas de la vida, una forma de sentir la belleza, una forma de crecer como individuo y como sociedad. Entenderás que racionalizar lo emocional no deja de ser emocionante. Que se puede ser artista y científico a la vez. Todos tenemos un artista y un científico dentro. Todos tenemos la capacidad de ser creativos, imprescindible para hacer ciencia, pero esta capacidad, como la capacidad de ser críticos, podemos desarrollarla o aletargarla, en función de las actividades que estemos acostumbrados a hacer. Una persona que vive la vida científicamente busca la verdad, es una persona activa, es consiciente de que la incertidumbre forma parte de la vida, y vive esa incertidumbre como parte de la belleza y emoción de la naturaleza. La ciencia no ofrece la verdad, está en perpetua búsqueda de la verdad.

Algunas personas utilizan expresiones como “la ciencia no puede explicarlo todo” para alimentar sus creencias. Si no reconocemos que no estamos al día en los avances de la ciencia, (si no somos conscientes de que las publicaciones tardan en llegar a la gran masa, que hay que saber dónde y cómo buscar las últimas investigaciones sobre un tema, que no todos sabemos interpretar un artículo científico) quizá estemos mintiéndonos a nosotros mismos. Por otro lado, la ciencia puede que no haya investigado un problema concreto, que no tenga una respuesta para una pregunta concreta, pero ésto no implica que no pueda ser respondida por la ciencia: por ejemplo, la ciencia de la felicidad y del amor son muy recientes y dan respuesta a muchas preguntas que hasta ahora no pensábamos que la ciencia nos pudiera explicar.

Por otro lado, están nuestras propias contradicciones. Si nos sentimos vivos, queremos vivir aquí y ahora, emocionarnos, fluir…, pero para dar una respuesta a la causa, al proceso que subyace a lo que hemos experimentado, utilizamos nuestra intuición y nuestro sentido común como principales herramientas y pretendemos compartir nuestras ideas como si tuvieran una base fiable. Dar respuesta a nuestras preguntas sin caer en las creencias requiere un esfuerzo mental mayor. Implica dedicarle tiempo a buscar fuentes fiables, a investigar, implica romper nuestra inercia de rellenar huecos, nuestra tendencia a satisfacer apetitos mágicos y a encontrar aquello que confirme nuestras teorías, a encontrar lo que estábamos buscando. (El corazón como emisor de emociones y la posición de la lengua como control de nuestro estado emocional tienen cierto atractivo: quien busca ovejitas en las nubes, las encuentra.) En definitiva, para no caer en creencias debemos evitar nuestros propios sesgos y poner en marcha nuestro intelecto, utilizando métodos de comprobación.

Creer es más fácil que pensar. He ahí la razón de que existan más creyentes” Albert Einstein

¿Estamos dispuestos a hacer el esfuerzo que requiere este proceso? Creer es más fácil, pero más caro. Creer daña el bolsillo, la salud, el entorno y nos daña psicológica y socialmente. Si decidimos creer inevitablemente confiaremos en maestros, gurús o doctrinas religiosas en lugar de pensar por nosotros mismos, dejando en sus manos la toma de decisiones que dirigirá nuestras vidas; llenaremos las arcas de industrias que comercian con placebos; acabaremos con especies en peligro de extinción por su supuesto efecto terapéutico;… ¿Es eso lo que queremos para nuestros hijos, para nuestros alumnos, para nuestra sociedad, para nuestro planeta? La sociedad la hacemos entre todos, cada uno desde su aportación y su ejemplo.

11 comentarios en “Formación contínua para continuar creyendo

  1. Soy Begoña y también estuve en este curso. Uaaaah! Me has dejado alucinada!! Mañana iré entrando a los enlaces que has ido poniendo en el artículo… me encanta. Tooooooda la razón del mundo y del infinito, y además lo has explicado con metáforas o comparaciones perfectas y mucho tacto.
    Sabes que no intervine para cuestionar muchas de las cosas que decía el ponente porque preferí sacar de la experiencia la experiencia en sí de relajación viendo lo visto y poco más… pero realmente cada vez se me caía más el alma a los pies y, como bien dices, el ver a todo el mundo, incluso organizadores del CEFIRE, asintiendo como borreguitos necesitados de un «alma caritativa y salvadora»… uffff! era muy triste! Pero también es cierto lo que dices del ignorante y la mala fe… realmente pienso que el hombre estaba totalmente convencido de lo que decía (por lo menos me quedé con eso… la buena intención).
    Oye, y te digo una cosa, yo no sé mucho de teorías orientales pero pienso que realmente puede que de muchas de ellas se pudiesen extraer evidencias científicas… pero realmente hasta me llegó a molestar que se reafirmara continua y alegremente en su ignorancia acerca del porqué «funciona» lo de la postura de la lengua y, sobre todo, (conste que yo soy maestra de infantil) que invitara a su mujer a intervenir contando actuaciones con los niños cual anécdota de mono de feria para impresionar al público, cuando estoy por pensar que, en realidad, el trabajo emocional y la cohesión de grupo que decían se daba en sus clases se debía precisamente al hacer de esta señora en situaciones contextualizadas y con bastante sensibilidad (… o al menos así lo parecía por lo que contaba y por cómo lo contaba); y no a los ejercicios de postura de lengua acompañados de una música que, como él bien dijo ya está comprobado que activa determinadas emociones, y por discursos tendenciosos en tono de voz de mantra acerca del «deber» de los niños de agradecer a la maestra y a los padres todo lo que les dan y enseñan. Si a eso no se le llama adoctrinar… sólo le falta poner a los niños imágenes proyectadas del día del juicio final en estos ejercicios… pero con buena intención, eso sí!
    Me quedo con que algún día algún científico tenga curiosidad por investigar este tema de la postura de la lengua y nos confirme o desmienta que ayuda a concentrarse y relajarse y tb si llevarse las manos al corazón mientras se escuchan estos «mantras» ayuda a los críos a empatizar con los demás… mientras tanto, seguiré aceptando el bienestar físico de las posturas de yoga, etc., que nunca está de más, al contrario… e incluso lo de la lengua, pero como acción chocante con los peques de infantil que en algún momento de nerviosismo les permita descentrarse del pensamiento que tengan en ese momento (lo cual, como todo lo efectista, no durará más de 3-4 veces). Y, por supuesto, seguiré asistiendo a cursos de educación e inteligencia emocional que me formen y aporten mejores estrategias que éste.
    Un besote, y sigue con este blog tan maravilloso… lo iré visitando poquito a poco para ver qué delicias colgaís.

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    • ¡Hola Begoña!

      Qué bueno leerte por aquí 😉 Me encanta lo que dices. Sobretodo porque cuando te leo te estoy escuchando: escribes igual que hablas. Te agradezco que dejes tu opinión al respecto de lo que hemos vivido esta semana en el curso, hacían falta opiniones que no se dedicaran a dorarle la píldora a Jose María. El curso empezó con una presentación de grupo en la que todos expresaron elogios a sus libros y sus cursos, pero lo que no esperaba es que, dijera lo que dijera en el curso, todo el mundo asintiera como si hablara un predicador. El próximo artículo será también sobre el curso, ya te avisaré. Se me han quedado muchas cosas en el tintero. A mi no se me pasó inadvertida la manipulación a la que juega Jose María, ni las analogías que hay entre lo que él hace y lo que hacen muchas religiones y sectas: pero dejemos esto para el próximo artículo.

      Sobre lo de las teorías orientales, igual que las creencias occidentales: por supuesto que hay estudios científicos sobre ellas. Lo que mueve a la ciencia es la curiosidad por saber: poner teorías a prueba. Incluso aquellas que ya tienen evidencias experimentales. Lo que hace que la ciencia sea nombrada por cualquiera que quiera vender un libro es precisamente que sus teorías tienen más fiabilidad, por la cantidad de estudios rigurosos que se hacen al respecto. Las teorías con cierta estructura lógica son una golosina. No creo que haya ninguna investigación que busque elefantes rosas en las nubes, pero sí hay mucha investigación (desde que la ciencia es ciencia) sobre teorías occidentales y orientales: por suerte las tenemos todas en la red (mejor buscarlas en inglés, el idioma por excelencia de comunicación en ciencia desde la Royal Society).

      Hay un documental que quisiera que vieras, de la serie Escépticos EITB que te recomendé: «¿A ti te funciona?.» Merece la pena verlo entero. En el minuto 18 hay un fragmento de
      Tim Minchin – Storm en el que explica:

      Por definición, la medicina alternativa o no se ha demostrado que funciona o se ha demostrado que no funciona. ¿Sabes cómo se llama la medicina alternativa que se ha demostrado que funciona?… Medicina

      Y es que la medicina es una ciencia, y lo que hace una ciencia es precisamente eso: comprobar teorías, buscar alguna evidencia experimental que corrobore o desmienta una hipótesis. Son tantas las investigaciones que se han llevado a cabo sobre distintas pseudociencias, que habría que empezar de una en una. Por suerte, hay muchos escépticos en la red (circuloesceptico.org, escepticos.es) que han ido recopilando las distintas investigaciones para hacérnoslas llegar. Pero entendería que no todo se haya estudiado ya, porque todos los días aparecen nuevas pseudociencias. Todos los días se dan a conocer en la red modificaciones de las teorías orientales, sutiles pero «significantes» para algunos, los que se las han inventado y los que les siguen.

      Muchas gracias por tu comentario. Me hará mucha ilusión leerte por aquí, seguir conociéndote y disfrutar con tu naturalidad y sentido crítico. Me anima mucho saber que hay maestras como tú en infantil.

      PD: Por cierto, he buscado a Susana en FB y no la he encontrado: espero volver a saber algo de ella.

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  2. Hola, soy Rosa.
    También estuve en el curso.
    He de decir que discrepo de vosotras dos. Yo no voy a entrar en discursiones sobre los contenidos del curso pero hay algo que querría comentar.
    Decirte Aida, que según mi humilde opinión y respetando la tuya, cuando uno es tan categórico y no hace más que pensar en sus propias convicciones y se cree en posesión de la verdad absoluta, se pierde muchas cosas que no sabe escuchar.
    Y en cuanto a tí, Begoña, creo que hay otras maneras de expresar opiniones sin necesidad de utilizar términos ofensivos, como considero que has hecho en varias ocasiones a lo largo de tu exposición.
    Vaya desde aquí una llamada al respeto por lo que sienten, creen y piensan los demás, aunque no coincida con lo mío y/o yo no acierte a entenderlo.
    Desde aquí, un saludo a José María Toro y a todas las personas con las que he tenido el gustazo de compartir estas jornadas que a mí, sí que me han servido para ver otras cosas y seguir adelante!!!!

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    • Hola Rosa,

      Te agradezco que hayas dejado tu comentario, porque es más representativo de lo que pensabais los asistentes al curso.

      Empiezas diciendo que discrepas de nosotras, pero que no vas a entrar en discusión sobre el curso. Precisamente, esto es lo que hicisteis los tres días del curso: aceptar y asentir en todo lo que Jose María os decía y proponía. Sería una sorpresa que en algún momento alguna de vosotras discutiera algo de lo que allí ocurrió y no es este mi objetivo. Mi objetivo es comunicar a la sociedad y a la comunidad educativa lo que se hizo en este curso, por varios motivos.

      Un motivo es porque quiero contribuir a abrir la escuela al mundo, dar a conocer mis prácticas y mis experiencias, también las formativas. En este blog encontrarás mi punto de vista: cuando uno da su opinión no pretende estar en posesión de la verdad absoluta. (Comprobarás que de esto va mi blog.)

      Otro motivo es porque espero que la próxima vez los cursos que organiza el CEFIRE de Elche en torno a valores, emociones etc. y aquellos que haga Jose María allí donde vaya (comentó que se mueve por Andalucía, Canarias, etc.) se ofrezcan con un programa que refleje los verdaderos contenidos del curso y sus referencias. Si se hubieran especificado mejor, me hubiera evitado el tiempo y la energía, hubiera podido asistir a otros cursos, etc. Si en este curso se hubieran enseñado doctrinas en las que tú no crees (si no eres islamista y te hubieran adoctrinado en el islamismo durante tres días) y no viniera ninguna referencia a esas doctrinas en el programa del curso, entenderías cómo me siento.

      Por otro lado, no creo que haya faltado al respeto a Jose María en ningún momento. Expresar una opinión contraria no es faltar al respeto. Ser asertiva tampoco. Si haces referencia a las palabras con las que le he faltado al respeto y me lo haces saber, te lo agradecería. De todos modos, te adelanto que tengo suficientes motivos para expresar distintas emociones a través de mis palabras, y no van a ser de gozo.

      Por supuesto que respeto que cada uno tenga sus creencias. Y estoy de acuerdo con que en España hayan escuelas religiosas, porque sin esa posibilidad no habría libertad para educar. Sin embargo, estas escuelas deben darse a conocer como lo que son, no con otro nombre. Todos debemos poder elegir la educación que queremos darle a nuestros hijos. PRECISAMENTE, DE ESTO ADOLECE LA PRÁCTICA DE JOSE MARÍA: de transparencia. Es de juzgado de guardia que a tus hijos les adoctrinen sus maestros en pseudociencias o en cualquier otra creencia sin tu consentimiento. Por supuesto que no estoy de acuerdo con que a niños de una escuela pública, aconfesional, se les someta a estas terapias en las que se juega con sus emociones y se les adoctrina en creencias pseudocientíficas, que además no se presentan como tales. No sólo no estoy de acuerdo, sino que además me indigna que se propongan como «metodologías innovadoras» en cursos de formación. Y dado el caso, me continúa indignando que los docentes allí presentes asientan todos a una, y no reconozcan lo que tienen delante.

      Este fin de semana Jose María nos decía que de los dedos nos salen canales de energía, y que si juntamos las manos estamos juntando toda la energía de nuestro cuerpo: dicho con música de réquiem, a gente que está previamente relajada y tiene las manitas como en la primera comunión, animando con tono de predicador a ciertas actitudes, provocó que a muchos de los asistentes se les removieran las emociones… Jose María supo llevarlos a un estado de ánimo íntimo, muy emocional. Algunas personas se ponían a llorar y no sabían porqué.

      Sin embargo, si nos hubiera dicho que al juntar las manos nuestra energía se perdía porque se neutralizaban los canales entre sí (yo también tengo muy buena imaginación) y que empezaríamos a sentir frío, más de uno hubiera dicho que él también lo había sentido. Incluso sin utilizar música religiosa, ni un tono de voz elevado. Sólo con estar relajado y concentrarte en algo, puedes llegar a sentirlo.

      Todos podemos llevar nuestra mente a distintos estados y sensaciones. A mi de pequeña me gustaba jugar a ver formas de colores. En la cama, me proponía ver un círculo rosa salir de la puerta rodando y lo veía. Luego lo intentaba con un cuadrado verde. Me acojonaba porque lo conseguía, me impresionaba y eso me encantaba. Pero sabía que era un juego. Nadie me había inducido a hacerlo para luego explicarme que eso era porque veía seres de luz. Cuando veo a personas que dicen ver seres de luz, tengo mis dudas: ¿están jugando y no lo saben, o se lo inventan para impresionar, para ser el centro de atención? Hay muchas personas necesitadas emocionalmente.

      Todos tenemos necesidades emocionales, y no todos podemos cubrir estas necesidades. El pan se compra en Mercadona, pero tener una pareja que te aporte lo que necesitas, unos padres amorosos, una buena relación con tus hermanos, con tus amigos… no es tan fácil. Algunos siguen a un gurú que sepa decirles lo que necesitan escuchar (reconocimiento, comprensión, etc.), se apuntan a una religión para sentirse acompañados y formar parte de una comunidad, y otros montan su propia escuela de seguidores. Lo malo es que ellos no se den cuenta. Otros sí se dan cuenta, y aún así, siguen sin reconocerlo: ni a ellos mismos, ni a los demás. En fin, como ya dije en el artículo, la mente humana es compleja y muy estúpida, sobretodo la de aquellos que no quieren reconocer su propia estupidez.

      Respecto a lo de que no supe escuchar, te aseguro que con este artículo no he acabado de hablar sobre el curso. En el próximo artículo estoy segura de que contaré muchas cosas que tú no supiste ver, ni literalmente «escuchar». Pero, si no quieres dudar de los consejos de Jose María, mejor no lo leas.

      Y para terminar, repeto tu opinión, pero de ninguna manera voy a disculparme por expresarme en este espacio. Ni espero que nadie lo haga: este es un espacio abierto al debate (todo lo contrario que el curso). Bastante tuve con no «molestaros» durante tres días: intervine lo mínimo. Lo cual no quiere decir que vaya a quedar todo ahí, porque como docente, como madre y como ciudadana, tengo una responsabilidad. Tal y como os expliqué, os escribí mi blog en la pizarra para que quien quisiera pudiera leer lo que iba a escribir al respecto del curso, porque no había espacio ni tiempo en el curso para poder discutir nada. Si no quieres leer mi opinión ni la de los demás, es tan fácil como no entrar en mi blog: lee sólo lo que escriba Jose María y aquellos que piensen como él. Así todo lo que leas apuntará en la misma dirección, todos os daréis la razón y tú te sentirás mucho mejor. Si por el contrario elijes seguir leyendo, sería mucho mejor que no te dedicaras a reprimir a nadie. Ni siquiera a ti misma. Te invito a todo lo contrario: te animo a que expreses tus ideas y tus emociones. Te animo a que compartas lo que viviste y lo que piensas sobre distintos argumentos, a que expongas lo que quieras. Te invito a que seas tú misma: sin miedos, sin sentir que estás siendo juzgada por nadie. Y sobretodo, te invito a que no sufras cuando los demás se expresen, sea lo que sea lo que sientan, tienen derecho a expresarlo. No es una falta de respeto sentir indignación. Si lees otra vez a Begoña, tal vez encuentres respeto y empatía. O tal vez no, porque en la comunicación tu mirada juega un papel fundamental, y ésta no depende de las palabras de Begoña, ni de las mías…

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  3. Soy Tomás, el marido de Aida Ivars, autora del artículo y editora de este blog.
    Yo también asistí al curso de Jose María Toro. Os contaré lo que allí viví y cómo lo viví.
    Estoy francamente interesado en la educación, mi profesión, mi vocación, y actualmente mi modo de ayudar a los cambios. Por eso suelo poner mi atención en actividades que me formen como persona y como docente, incluso prefiero estar mejor como persona primero, pues sólo así podré dar lo mejor de mi en las aulas, en la calle, en mi casa o donde esté.
    La educación emocional me interesa. Las innovaciones educativas me interesan. Sentirme bien conmigo y con los otros, hacerme preguntas, cuestionarme cada día. Todo esto me interesa. Por eso, cuando supe de un curso del Cefire sobre todas estas cosas no lo dudé. Lo malo…
    Lo malo es que todo era apariencia. El programa no se ajustaba a los hechos, y eso molesta. Diría incluso que es estafar, no en lo económico, pues la formación es gratis, pero sí en lo moral, y cuando además tiene una proyección sobre alumnos, padres y profes, en lo social. Y no me lo callo. Jose María Toro comete un fraude social y moral.
    No hubo innovación, porque su modelo de enseñanza es clásico. No hubo educación emocional, porque sus «terapias» no ayudan en nada a gestionar de manera inteligente las emociones de nadie, si acaso las suyas propias, pero las ajenas no. Ni tan siquiera hubo aporte de otros asistentes, un a modo de debate abierto, de foro de opinión, lo cual hubiera enriquecido las posturas y planteamientos. Y no lo hubo porque el «conductor» del programa no daba pie a ello. A un aporte de un asistente le acompañaba una larga perorata de experiencias personales y opiniones, ora infundadas, ora cimentadas en la fe en cultos y culturas milenarias, lo cual no sé si era peor que no fundamentarlas en nada. Al menos las opiniones siempre son respetables.
    Es triste comprobar como la bellas ciencias de la pedagogía y la psicología pueden ser falsamente detentadas por mercaderes de baratillo, a los que tan sólo les interesa firmar manuales de su peligroso proceder, previo paso por caja, como no. Como ya he comentado, el peligro de sus actos proviene de la difusión de creencias y opiniones a través de un supuesto método terapéutico que promete la apertura del alma y del corazón y el brote del amor universal en los tiernos infantes. Pobres. Ellos no saben lo que se les está inoculando a golpe de efectismo musical lacrimógeno, adopte de poses pseudo católicas (véanse como ejemplo las palmas de las manos unidas a modo de rezo-gratitud) y ausencia de reflexión sobre sus actitudes o las del prójimo.
    Su «cursillo» se resume, básicamente, en colocar la lengua sobre el labio inferior por no se sabe bien qué motivos, todo envuelto en una pura conjetura sacada de manuales extraídos del hinduismo, el budismo, el taoísmo, aderezado con altas dosis de efectismo musical y argumentado mediante juegos divertidos de palabras que trataban de darle un sentido a su hacer, pero que no explicaban nada. Lo de las palabras me llamó mucho la atención, por lo que busqué referencias, y hallé que este juego verbal se llama «falso derivado», que no es más que hacer asemejar un vocablo a la explicación que quieres dar saltándote a la torera el origen etimológico de éste.
    Por cierto, que lo de adecuar el resultado de una observación al hecho que se observa obviando por completo la posible investigación que se pudiera hacer de todo ello, es un procedimiento típico de las pseudociencias y de las creencias en general.
    Para terminar, me gustaría compartir un reflexión que me ha surgido tras escuchar esta mañana en Radio3 un fragmento de la obra «Persona y Democracia» de María Zambrano, dando respuesta así al comentario de la también asistente Rosa.
    Cuando no somos capaces de replantearnos nuestras propias creencias y damos por hecho que son absolutamente ciertas, damos por demostrada nuestra incapacidad de autocrítica y de crecimiento interior y cerramos toda posibilidad a que cualquier otro pueda mostrarnos un punto de vista diferente, porque ni siquiera nos lo mostramos a nosotros mismos.
    He aquí las sabias palabras de la filósofa: «(…) Si se acepta algo como una fatalidad del destino o de los dioses, más aún, si ni siquiera se ha sentido la necesidad de pensar en ellos como explicación de lo que nos sucede, lo soportamos simplemente, sin rebelarnos; se vive entonces resbalando sobre los acontecimientos que más nos atañen, que ni siquiera se nos presentan dibujados, ni siquiera tienen un rostro, una figura ante nuestros ojos. No ha lugar entonces a la perplejidad. (…)»
    Hace algún tiempo yo también fui creyente, Rosa. Pero algo importante cambió mi vida: empecé a pensar.
    (sobre mi ya hablaré en otro comentario, o mejor, en un nuevo artículo de mi blog, «aprender desde la alegría».)

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  4. Hacía mucho tiempo que no leía una artículo (porque esto no es una simple entrada de blog) tan lúcido y tan bien documentado como el tuyo. Enhorabuena. Yo trabajo en un centro de profesorado y te entiendo perfectamente. Si haces algo sobre competencias no viene nadie, pero, ahora si, si tocas el tema emocional, a raudales, éxito garantizado. Y si durante el curso hay dinámicas de «tocarse», «besitos» , «relajaciones» y demás…más emoción que con los Rolling Stones. Y lo digo así, sin complejos, ironizando, porque la opinión es libre, si, pero argumentada. Estoy ya hastiada de «yo creo-s»y»a mi me parece-s» sin fondo, de opiniones que relativizan todo hasta el infinito para que termines dudando de si existe suelo bajo tus pies.

    La educación emocional es muy muy importante, porque saber convivir y gestionar las emociones en el aula es una de las competencias profesionales mas obviadas en la educación estandarizada que tenemos. Pero, ¡por favor!, hay que saber discernir.

    Yo he tenido la oportunidad de estar presente en varios cursos de PNL, pedagogía sistémica, constelaciones familiares, eneagramas… y otros que se esconden bajo denominaciones preciosas, de esas de «educando emociones» o «aprender a dialogar» pero son lo mismo disfrazado; y también en otras muy buenas, como las de Joan Vaello por ejemplo. La diferencia es abismal, del agua al vino, de verdad. Unos te abren horizontes y otros lo que hacen es aflorar sentimientos entre la gente, hacerla llorar (yo lo he visto en algunos cursos) y manipularla. Algunos saben muy bién como hacerlo, estan entrenados, son igual que los «charlatanes» de ántes, que te vendían de todo cada vez más barato y al final todo el mundo compraba.

    Lo que de verdad me da mas que pensar es que esta gente se está introduciendo poco a poco en los ámbitos de formación, tanto en las empresas como en la educación y cada vez tiene más seguidores. Escriben libros (algunos en editoriales supuestamente prestigiosas) y son recomendados, de forma que, en los centros de profesorado, caemos en hacer cursos de esos. Yo siempre he estado en contra pero me han tachado de «cientifista», «ya está la de ciencias» y cosas así. Que pena, de verdad.

    Aida, sigue así, eres mundial.

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    • Hola Pilar,

      No sabes lo que agradezco, precisamente hoy, leer tu comentario. Vengo de educación maternal (preparación al parto) y he tenido una conversación con mi matrona que me ha dejado echa polvo. Es una mujer a la que admiro por lo bien que hace su trabajo, y que hasta hoy pensaba que era una mujer de mentalidad abierta. La verdad es que he tenido un año de muchos cambios, estoy lejos de mi abuela, de mis hermanas y de mis amigos, y ella era una de las personas que sentía que tenía cerca. Por eso me ha afectado bastante. Por eso, porque vengo del curso de Jose María Toro, y porque he dormido poco.

      Hay personas que se consideran a si mismas cientifistas (cientificistas), empíricas y muy formadas, cuando no lo son en absoluto (quizá sea precisamente por esto): sólo toman como datos fiables los que provienen de su propia experiencia personal, actúan con arrogancia cuando alguien les propone una forma diferente de ver las cosas y se ponen a la defensiva, atacando. No conocen sus sesgos, ni quieren, porque se consideran infalibles y quieren seguir pensando que lo son. Todo ha empezado cuando ella ha dicho que la homeopatía funciona al 80 o 90%, y yo le he dicho que hay muchos estudios que demuestran lo contrario. Entonces ha sido cuando ha dicho que no quería hablar más del tema, que a ella no le interesan los estudios, porque no son casos reales, etc. He querido decirle que los estudios se hacen con consultas, con médicos homeópatas y con pacientes, con personas en contextos reales, pero no me ha dejado hablar. Parece ser una característica de los creyentes esto de no querer escuchar a los escépticos. Después de escucharle, y en vista de que en ese momento no estaba receptiva, le he dicho que le podía pasar unos enlaces muy interesantes y me ha recomendado que no utilice Internet para informarme. Con esto lo dice todo, en realidad: confunde un medio de información con una referencia. Para ella, literalmente, yo no tenía ni idea: no le importa que sea bioquímica, profesora de física y química y que haya estudiado el tema de la homeopatía. No le importan los datos que pueda ofrecerle, sólo su propia experiencia. Lo curioso es que cree parecerse a Bones, y está muy pero que muy lejos de parecerse a ella (excepto en lo de saberse superior al resto de los mortales). Bones se informaría mejor, no se cerraría a la información por el hecho de que ésta le llegara de Internet, al contrario, la observaría con atención, la analizaría, comprobaría sus fuentes y su fiabilidad, y sobretodo, escucharía lo que los demás tuvieran que decirle antes de emitir sus juicios personales.

      En fin. Que me alegro mucho de estar escribiendo sobre el curso, porque recibir comentarios como el tuyo me ayudan a sentirme acompañada y comprendida.

      Muchas gracias, Pilar. Un fuerte abrazo.

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  5. Respondiendo al comentario de Rosa, cierto es que se pueden expresar las cosas de otro modo, pero no siempre me apetece intentar ser asertiva por mucho que eso esté ahora tan de moda… de hecho, con respecto a este curso sólo me nacía mostrar mi indignación y dar mi opinión, con todo lo que ello acarrea de subjetivo… no pretendía ser un texto expositivo ni científico, ni me creo en posesión de ninguna verdad… si me creyera en esa situación haría lo que José María… pedirme una excedencia como maestra y dedicarme a hacer ponencias y escribir libros para darle al mundo una parte de mi ‘gran’ saber. Sin embargo, y por muy cabezota y vehemente que pueda llegar a ser, solamente suelo exponer mi forma de entender el mundo mientras me tomo un café con los amigos o en mi trabajo… pero por el simple hecho de tener cerebro y necesitar expresarme. De hecho, es la primera vez que realizo comentarios en el blog de nadie… pero lo hago muy conscientemente en el apartado de COMENTARIOS (o sea, apartado de opinión); y como asistente al curso y por el buen rollo y lo que congenié con Aída y Tomás, a quienes me encantó conocer y gracias a los cuales no me sentí allí un bicho raro… pues mira, aquí me tienes, para bien o para mal y le pese a quien le pese… a fin de cuentas sólo es una opinión… no se acaba el mundo de nadie por ello ni pensaba crear escuela. Y como bien apuntaba Aída en el guiño que me dedica, escribí igual que hablo porque lo hice desde la parte visceral que se me removió en el curso… El curso fue un engaño, y lo siento si te molesta que sea tan tajante, pero este año precisamente he asistido a tres cursos más sobre educación emocional, porque es un tema que me interesa mucho, y te puedo decir que si bien todos o casi todos los ponentes se basan en una mezcla de cuestionamientos filosóficos, teorías psicológicas, datos procedentes de la neurobiología y teorías orientales, de ninguno de ellos he salido con ningún ápice de indignación ni decepción, al contrario. Y esto es porque en cada momento se dejaban bien claras las fuentes y se argumentaba con enorme profesionalidad. Es más, si en algún caso se hacía referencia a alguna creencia bien religioso-católica, bien derivada de las creencias orientales, siempre quedaba bien claro en el discurso que ello no formaba parte ya de nada demostrado y que ya dependía del “consumidor” asumirlo o no. En cambio, José María Toro, si no hubiese sido por la insistencia de Aída y Tomás en preguntar y cuestionar sus argumentos (que para mí no lo fue tanto… pero a muchas personas sí les llegó a molestar que se cuestionara al “divino pastor”), no se veía demasiado dispuesto a separar y dejar claro en cada momento de su discurso si hacía referencia a alguna fuente, a cuál, al grado de veracidad de la misma, a su opinión o a sus creencias católicas (muy patentes en su libro “La sabiduría de vivir”, por cierto).

    Tanto Aída como Tomás han hecho una exposición excelente de argumentos que sólo puedo suscribir y alabar por su corrección, así que me parecía una tontería repetir ideas y mucho más si no iba a mejorarlas. Simplemente aporté una apreciación entorno a lo que las prácticas de Jose María Toro me parecieron de adoctrinantes y tendenciosas, y dónde considero que radica realmente el trabajo emocional que realizan tanto él como su mujer con los alumnos (que vuelvo a repetir, por si no quedaba claro, creo se debe a la gestión emocional en conflictos contextualizados… y no a las prácticas de relajación de la lengua y de acercamiento de las manos al corazón… que no niego que puede que ayuden, porque yo le doy a todo el beneficio de la duda, pero al final de la película sí necesito que las teorías se comprueben o al menos que se argumenten decentemente). En este sentido, si con lo de utilizar términos ofensivos te refieres al comentario de los “borreguitos”, etc., cito textualmente algunas entradas de la R.A.E.:
    – Pastor: persona que guarda, guía y apacienta el ganado, especialmente el de ovejas// persona que tiene la prelatura o cualquier otra dignidad eclesiástica cristiana con fieles a su cargo y cuidado.
    – Borrego: cordero de uno a dos años// Hombre que se somete gregaria o dócilmente a la voluntad ajena// Hombre sencillo o ignorante.
    – Educar: desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales (del niño o del joven) por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.
    – Adoctrinar: instruir a alguien en el conocimiento o enseñanzas de una doctrina, inculcarle determinadas ideas o creencias.
    – Doctrina: conjunto de ideas u opiniones religiosas, filosóficas, políticas, etc., sustentadas por una persona o grupo.
    – Precepto: mandato u orden que el superior hace observar y guardar al inferior o súbdito.// ~ formal de obediencia: precepto que en las órdenes religiosas usan los superiores para estrechar a la obediencia en alguna cosa a los súbditos.
    Pido disculpas a quien le ofenda lo de “borreguitos”, pero siendo que a mí José María me parecía más bien un pastor en el púlpito que no deja que nadie le cuestione la fe de su iglesia… pues los que asienten sin más, digo yo que han de ser las ovejas… De todos modos, no hay ofensa en quien no se da por aludido y si tú consideras que sus teorías estaban suficientemente argumentadas o que tú asimilaste críticamente aquello que te pareció válido y desechaste lo que no, no tienes porqué sentirte ofendida tampoco, puesto que eso no es asentir sin más… De hecho, a mí algunas de sus frases también me dieron que pensar… a fin de cuentas de todo y de todos se aprende… y filosofar (en el sentido de cuestionarte tus propios pensamientos) es lo más sano del mundo. Solo digo, al igual que Aída y Tomás, que este curso no debería haberse vendido desde el punto de vista del que se vendió, sino como se hace en otras ocasiones, dejando claro que se trata de compartir experiencias entre docentes (que es más bien lo que creo que hace José María, compartir su OPINIÓN… eso sí, la suya con los demás… el ‘y viceversa’ va a ser que no).
    El argumento sobre el cual sustenta su creencia absoluta acerca de la eficacia de destensar la lengua para destensar el resto del cuerpo y adquirir mayor relajación y con ella capacidad de centración y conexión con el entorno y con los demás… según el ponente: “no hay más que ver a los niños recién nacidos… tengo miles de fotos y os juro y os prometo que os voy a demostrar que esto sucede y es así…”. No sé tú, pero yo en una foto no puedo confirmar cuál es el estado del niño -si de relajación o no- o al menos no en todas. De hecho, en las últimas que presentó, también mencionaba o dirigía nuestra atención hacia otras partes como las manos o los hombros de los niños. Yo vi de todo: puntas de lenguas que estaban hacia arriba (y no precisamente relajadas), dedos que según decía él sí lo estaban, a mí me pareció todo lo contrario y al preguntarle directamente evitó contestarme y pasó a la siguiente foto…
    Es más, Tomás, en una pregunta más que inteligente, le cuestionó si el hecho de que las personas perdamos esa postura de la lengua no se deberá en realidad a que los bebés nacen con el tono muscular aún por desarrollar y que al adquirirse éste, conforme avanza en su maduración, esta postura lingual se pierda de forma natural. Ahora mismo no recuerdo bien si José María contestó en ese momento, pero vamos, a lo largo del curso ya hizo alusiones a la costumbre social que “tenemos” los adultos de inhibir la susodicha postura con prohibiciones y frases tipo “niño, no saques así la lengua que pareces tonto” (y cito textualmente su argumento). Bien, pongo la palabra ‘tenemos’ entre comillas porque yo al menos no tengo estas praxis con los niños en el aula y muchos, en la etapa 3-6 años que es en la que yo ejerzo, aún tienen amago de tenerla… pero también es muy cierto que aún no han acabado de desarrollar el tono muscular. Tampoco soy madre, pero dudo que este hecho (al igual como pasaba antaño con el tema de inhibir los gestos zurdos de los niños) siga sucediendo por sistema en absolutamente todas las familias del mundo mundial… o al menos quiero pensar que no todos los padres son a estas alturas del siglo XXI tan cazurros (y si este comentario te parece también ofensivo, mala suerte… esos actos tan bestiales son de personas muy cazurras). Su argumento no está testado, que es lo que nosotros tres reclamamos… y no por no compartir su opinión o cuestionarla significa que ‘no alcanzo a entenderle’.
    En cambio sí hay teorías del desarrollo en la dirección que apunta Tomás con bastantes más argumentos. No sé en qué especialidad ni etapa ejerces tú, pero ya te adelanto que no me he formado exhaustivamente acerca del desarrollo motor (y mucho menos de los bebés) y que los datos que te voy a comentar a continuación se basan prácticamente en lo que una medio aprende cuando se prepara las oposiciones (seguro que algún especialista de educación física podría detallar con más exactitud y acierto… por cierto, lo agradecería). Es decir, que no van a ser argumentos como si me creyera en posesión de la verdad absoluta, sino comentarios acerca de lo poquillo que he aprendido y que simplemente me hacen cuestionarme José María… Bueno, como te decía… hasta donde yo sé, en el desarrollo psicomotor uno de los elementos esenciales es la construcción del esquema corporal, que es la experiencia que cada uno tiene de su propio cuerpo, tanto estático como en movimiento, en relación al espacio y al tiempo, y la imagen de éste, de sus partes, de sus posibilidades de movimiento y de sus limitaciones espaciales gracias a esta experiencia, para poder adaptarse al entorno y actuar en él, anticiparse, etc. Imagen que se construye a partir de la sensación, la percepción y la representación mental. Y no se completa ni mucho menos cuando el individuo deja de ser bebé, sino acabando ya la etapa de primaria (… yo añadiría que no se completa en la vida, porque el cuerpo siempre va cambiando, siempre tienes que ajustar tu propia imagen y percepción de él y adaptarte a sus capacidades y limitaciones… pero bueno, esto ya si es una opinión propia). Continúo… el esquema corporal se compone a su vez de diversos aspectos, entre ellos, la independencia motriz, que viene a ser la capacidad de controlar por separado cada segmento corporal y en cuyo proceso se van eliminando movimientos parásitos (sincinesias) y alteraciones del tono muscular en órganos distintos de los que necesitas mover para una acción concreta (paratonías) y que se completa a los 7-8 años (lo siento, pero cómo no quieres que dude bastante de las teorías de José María… yo jamás me cierro a aprender, pero sí necesito argumentos válidos, no meras opiniones acerca de las costumbres de la gente convertidas en generalización y dotadas de veracidad simplemente con empaque, gracia y poesía en su forma de hablar… Por cierto Tomás, te agradezco que ya te hayas encargado tú de averiguar cómo se llama a los juegos de palabras que utilizaba este señor. ‘Falsos derivados’, curioso! Tenían su gracia, su poesía y su puntito de hacer pensar, pero igual que lo que escriben los adolescentes con permanente en las puertas de los aseos del insti… un gran aire inspirador, pero por Dios, no como si hubiese desgranado el significado real de las palabras).
    Sigo… otro aspecto del esquema corporal es el control tónico o tonicidad muscular, que se refiere al grado de tensión y consistencia que en cada momento tienen los grupos musculares y que es necesario para realizar cualquier movimiento o acción corporal. Oscila de la hipertonía a la hipotonía -como puntos extremos, claro-…, estados que el bebé ha de aprender a controlar en cuanto al grado (por si te interesa, Stamback era uno de los autores que trató este tema… y te vuelvo a repetir que estos datos sólo son del temario de oposiciones… y que seguro que hay mucha bibliografía por ahí del tema y mucho más actualizada). Por otro lado, Wallon (principal autor que estudiamos en cuanto a psicomotricidad, al menos los especialistas de infantil) sí apuntaba que el tono muscular, mediante algunos mecanismos neurológicos, se relaciona con el mantenimiento de la atención, e incluso con el mundo de las emociones y de la personalidad, en cuanto a que determina tu forma de relacionarte con el entorno. Wallon se centra en cuatro factores para explicar la evolución psicológica del niño: la emoción, el otro, el medio (físico-químico, biológico y social) y el movimiento (acción y actividad); algunos ven en este planteamiento un anticipo de la teoría sistémica y de la hipótesis de la integración funcional entre los diferentes niveles de organización del ser humano: biológico, psicológico y social. Wallon planteaba también que el psiquismo es la forma más elaborada de desarrollo de la materia (lo cual a mí me recuerda mucho a la neurobiología y a los descubrimientos que ésta nos está aportando en la actualidad y, por otra parte, también me encajarían en esta línea algunas teorías orientales… pero insisto en que necesito argumentos). Wallon también dice que la individuación se produce gracias al papel que desempeña la emoción en el desarrollo y en la construcción del psiquismo. Que la conciencia no se presenta en el momento del nacimiento, sino que es una cualidad que se construye socialmente por medio de la ‘simbiosis afectiva’; etc, etc.
    Wallon llamaba precisamente ‘etapa de la impulsividad motriz’ a la etapa entre los 0 y los 6 meses, en la que la actividad muscular se manifiesta por contracciones o distensiones en reacciones motrices incontroladas. Es decir, al principio, el tono de cada músculo está sujeto a controles involuntarios por parte del sistema nervioso; el control voluntario se va adquiriendo poco a poco… (y yo no sé exactamente cuál era la edad de los bebés que mostró en las fotos, porque entre otras cosas, tampoco dio demasiados datos).
    En fin… así, podríamos citar a muchos otros autores que congenian emoción con el resto de desarrollos de la persona y en los cuales creo, incluso creo que si buceáramos un poco podríamos encontrar miles de similitudes entre estas teorías y otras de origen oriental… Pero lo que plantea José María simplemente me parece una mera reducción al absurdo, ya que no argumenta nada. Y no sigo, pero vamos… que yo entender, entiendo, es más, me fascinan estas corrientes que tratan de explicar a la persona desde el todo, interconectando la mente (siempre relacionada excesivamente con lo racional y con el desarrollo cognitivo), lo físico-biológico y lo emocional. Pero hay que tener también sentido crítico, y saber cuándo tienes delante a un ponente bien formado y cuándo te están vendiendo humo… o a lo mejor no era humo, pero lo mínimo era o que lo argumentara o no tragárselo tal cual.
    “Y sino, también podéis pensar en una abuela intentando enhebrar una aguja… ¿a que siempre ponen esta postura en la lengua?”. Otro gran argumento de José María Toro… Por cierto… yo, cuando pienso en una abuela intentando enhebrar una aguja sí puedo llegar a imaginármela con “la lengua entre los labios más o menos a la altura en la que se pone la gente los piercings”… pero de destensada, nada… más bien apretándola cual copiloto aprieta inconscientemente el pie hacia delante cuando siente que no es él quien controla el coche y se angustia (puede ser un argumento bastante absurdo éste… sí, es cierto, pero más o menos en la línea de lo que José María vino haciendo, y yo no ejerzo de formadora de formadores).
    Bueno, acabo ya que menudo testamento… lo siento Aída, casi acaparo el blog, jeje! En fin… la verdad es que este curso me va a venir bien para actualizarme, porque ahora tengo mucha curiosidad por investigar sobre el tema… que seguro que hay mogollón de investigaciones nuevas al respecto… pero Rosa, déjame al menos que dude de los pocos y arbitrarios argumentos de José María (que no de las aportaciones orientales en general ni de la influencia de las posturas corporales en los estados anímicos, la energía, el bienestar y la forma de relacionarnos con los demás).
    Un besito, Aída y Tomás… y a Iris, que espero que la matrona te dijera que está genial.

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  6. De verdad, estoy tan alucinada con la historia que no sé qué decir… Me recuerda a mis clases de yoga, que elegí como forma de hacer ejercicio durante mi segundo embarazo, y la señora monitora yogi no podría evitar decirme que no tenía que usar el microondas, y no sé cuantas magufadas más… me amargó la experiencia y, para mí, cubrió el yoga con una gran capa de m****. Su voluntad de hacer el bien estaba a la altura de su falta de pensamiento mínimamente estructurado…

    Hay dos puntos importantes en lo que contáis:

    1. No se puede tolerar la estafa, creo que hay que denunciar al cefire la incongruencia entre lo ofertado y lo realmente proporcionado

    2. La formación científica, en el sentido más básico, que adquirimos en la educación básica es prácticamente nula… Y eso necesita remedio urgente…

    Por cierto, vaya rollo que tenéis… XDDDDD

    Besitos a todos

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  7. Sólo un pequeño aporte a un gran artículo y a unos muy interesantes comentarios. A ver si me se explicar.
    Me considero una persona con un fuerte sistema de creencias -específicamente religiosas-, pero al mismo tiempo valoro e intento situar mi formación técnico-científica (en ingeniería industrial). Además, doy clases de filosofía por lo que conozco un poco sobre este campo del conocimiento, su importancia y la diferencia entre ésta y la ciencia como tal.
    Bueno, pues desde todo esto, y sin tener más referencias del curso, me parece muy bien el reclamo que haces, Aida, sobre la explicitación de las bases del curso y la separación entre estudios científicos, hipótesis no comprobadas y convicciones personales derivadas de la experiencia con o sin otras creencias. Además, el análisis del modelo educativo implícito me parece genial y me hace preguntar en qué medida yo me dejo llevar a veces por el modelo río en vez de asumir otros modelos más cercanos al aprendizaje que se necesita hoy en día.
    Ciertamente difiero en algún punto, y en algunas cosas hemos debatido en el pasado, pero creo que, desde las convicciones personales de cada uno, podemos coincidir en pedir formación emocional más seria y una urgente valoración de la racionalidad, tanto general como científica.
    Ánimo y adelante con tu tarea de educadora entusiasta.

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  8. Begoña, María y Fernando: gracias por vuestros estupendos comentarios. Acapara este blog cuanto quieras, Begoña. No he estudiado psicomotricidad, así que me ha encantado que cites a Stamback y a Wallon. Gracias a los tres por vuestras palabras, por vuestra compañía.

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