Nuestra «Academia» necesita una reforma, ¿le vamos a pegar fuego?


Academia de Atenas

«Aquí no entra nadie que no sepa geometría», era el lema que se podía leer en la entrada de la Academia de Atenas. En ella se reunían sabios y mentes inquietas para investigar y compartir sus descubrimientos y sus ideas, en áreas del conocimiento tan distintas como la medicina, la retórica, la astronomía y la matemática. ¿Os imagináis estufas eléctricas por allí? Seguro que no, en aquella época, unos cientos de años antes de nuestra era, no contaban con la electricidad. ¿Os imagináis que aquellos sabios se negaran a formarse, a seguir investigando, por que les hubieran bajado el sueldo? Quienes acudían a la Academia se sentían honrados por ello, era un honor poder entrar en ese círculo. Qué lejos ha quedado todo eso. Más lejos en el sentir que en el tiempo.

Ahora las «academias», los centros en los que la sociedad tiene la oportunidad de formarse, de crecer intelectualmente, pueden ser lugares a los que sus alumnos acudan con desidia, incluso con desprecio. ¿Cómo es posible esto? Sólo si quienes son responsables del lugar, quienes reciben a estos alumnos y alimentan sus mentes, no sienten placer en su trabajo. Cuando estás con alguien emocionado, te emocionas. Cuando estás emocionado, quieres más, estás a gusto. No necesitas el aliento del aprobado para disfrutar aprendiendo, ni el prestigio de un salario para disfrutar enseñando. ¿Somos conscientes de la fragilidad de nuestras vidas? Quizá sea eso: en la Antigua Grecia la esperanza de vida media era de 28 años, ahora es de unos 70 años. Y, ¿qué queremos hacer con nuestro tiempo?

El sistema capitalista entra en crisis cada ciertos años. Nuestro sistema tiene más fallos que una escopeta de caña. Y seguimos intentando seguir vivos aferrados a él. Gracias a Darwin somos conscientes de que la evolución eliminará lo que no funciona, por más que algunas leyes humanas se empeñen en lo contrario. El feudalismo acabó, y el capitalismo tal y como lo conocemos ahora también lo hará. No me imagino el futuro del conocimiento en un mundo capitalista en el que impere el Copyright, cuando hoy ya disponemos del Creative Commons. No imagino un mundo que deje de ser globalizado, en el que dejemos de colaborar entre distintos países para hacernos la vida más agradable, en el que no seamos libres de navegar por Internet, cuando ya hemos disfrutado de sus beneficios. Si compartimentando somos más débiles, si unidos somos más capaces, el futuro está en aprender a manejar esta nueva estructura globalizada. La enseñanza es parte del sistema, y muchas cosas han empezado a cambiar. No imagino un futuro en el que en las escuelas se siga compartimentando el conocimiento en «asignaturas», cuando ya se conocen los beneficios de trabajar por proyectos.

La humanidad ha cambiado el rumbo de su historia muchas veces. Hemos derribado muros para luchar por la libertad. También hemos quemamos los barcos, porque queríamos quedarnos donde estábamos. ¿Qué es lo que pretendemos hacer ahora desde las escuelas? Yo quiero una escuela con calidez humana, amiga, y amable. Quiero una escuela comprometida, con la sociedad y con el conocimiento. Quiero que cuando los chavales entren en sus aulas se les escapen las sonrisas. Quiero que se hagan preguntas. ¿Acaso un currículo les puede marcar qué deben preguntarse? Sólo les puede ayudar a abrir puertas que ellos nunca hubieran pensado que existían. Pero a nadie nos gusta que nos obliguen a pasar por las puertas a empujones o con amenazas, cuando no tenemos curiosidad por saber qué se esconde detrás, cuando ni siquiera nos interesa o incluso nos causa rechazo la oscuridad. «Si no pasas por ahí, suspenderás»… muchas cosas deben cambiar.

No somos los profesores los que debemos luchar por mantener el sistema, sino por mejorarlo desde dentro. Nosotros somos quienes lo hacemos funcionar, pero no tenemos el control. Es la sociedad la que debe decidir qué escuelas quiere tener, la que tiene fuerza y recursos para luchar por sus derechos, por tener una escuela de calidad, por mantener lo que funciona y lo que necesita. Si las leyes no son consistentes, el sistema que sostiene se desmoronará. Y si el sistema no es eficiente, evolucionará o acabará muriendo.

Hoy sabemos que no hay una inteligencia, sino varias. Sabemos que no hay una única forma de aprender, sino varias, sabemos qué métodos de enseñanza funcionan mejor,… Muchas cosas deben dejarse de lado para poder entender la realidad de forma amplia. Para entender el nuevo paradigma de la educación, debemos dejar de usar los esquemas del antiguo. Las cosas que funcionaban seguiremos usándolas. Pero no podemos conformarnos con forzar una pieza de puzle donde no encaja: para poder seguir construyendo desde la educación y la cultura debemos cambiar con la sociedad, no hacer la sociedad a nuestra medida. La sociedad crece, porque está viva, porque existe, y para que lo haga de forma sana debemos crecer con ella, de lo contrario estaremos asfixiándola y la evolución nos pasará la factura. Siempre lo hace, aunque nos resistamos, aunque creemos diques y leyes, solo es cuestión de tiempo: la entropía siempre gana (sólo ahora también lo hace la banca, mientras exista). No es la moneda del capitalismo la que importa, si no la de la evolución: la única que nos permitirá crecer para poder seguir existiendo.

Reinventémosnos a nosotros mismos. Nosotros somos quienes decidimos qué hacemos con nuestro tiempo. Podemos pegarle fuego al barco o hacer con este barco una casa en la que podamos vivir todos a gusto y en equilibrio.

2 comentarios en “Nuestra «Academia» necesita una reforma, ¿le vamos a pegar fuego?

  1. #pozí fuego … aunque tanto da … ya sabemos q solo sirven pa chupa der bote …estan muertas perdieron el prestigio … sólo les quea el monopolio del certificaito …y poco queda para q la juventú sepa q es pa ná … 😉 buena reflexion …

    Me gusta

Replica a Aida Ivars Cancelar la respuesta