El sábado pasado tuve el placer de asistir a la IV JORNADA DE DIDÀCTICA I EDUCACIÓ CIENTÍFICA que organizó el Cefire de Sagunto. Para mi fue la guinda de la semana. La primera conferencia fue de Xavier Vilella Miró, quien nos contó que se dedica, además de a ser profesor de matemáticas de secundaria, a la formación en centros, asesorando a los claustros sobre el trabajo competencial. En esta tarea consigue que los departamentos trabajen por competencias, adaptando su trabajo (no cambiándolo radicalmente). ¿Cómo lo consigue? La tarea es compleja, pero en esencia se ocupa de que el tipo de actividades que hacen sean constructivistas, de que utilicen una metodología colaborativa y de que la evaluación sea una evaluación de competencias. Una maravilla. Tanto me gustó su conferencia que cambié uno de los talleres a los que me había apuntado para poder ir al suyo.
En su conferencia nos habló de la importancia de las matemáticas para que los alumnos elijan ciencias y mencionó el informe Delors. Hubo una reflexión que me interesó mucho, y es la coincidencia del desarrollo de la capacidad de lectoescritura en la etapa de primaria, con la pérdida de curiosidad en los alumnos. Cuando los alumnos aprenden a escribir y a leer, desarrollan la capacidad de reproducir. Es muy curioso. Porque cuando uno reproduce, «no necesita pensar», no crea. Cuando reproducimos, dejamos de desarrollar nuestra capacidad crítica, nuestra imaginación. Y con ello nuestra curiosidad se apaga.
Nos habló también de la necesidad que tiene nuestra sociedad de personas capaces de cambiar de trabajo, en épocas de crisis económica o de cambios en el sistema económico. Resulta evidente que la capacidad de aprender a aprender es muy importante. Además, la sociedad necesita personas capaces de trabajar en equipo, y de afrontar problemas imprevistos y tomar decisiones. También nos contó que en las empresas se había demostrado que dar ámbitos de responsabilidad determinados aumenta la productividad, y que esto también funciona en clase.
Como ejemplo de evaluación de competencias nos habló de las pruebas PISA y nos dijo algo muy importante: para evaluar competencias hay que observar acciones competenciales, tenemos que verlas en el aula, debemos observar cómo trabajan nuestros alumnos: es fundamental. En mi opinión es mucho más importante evaluar el proceso, la evolución, que el resultado final. Coincido con Jaime Olmos: el resultado PISA no es nuestro objetivo. Es sólo un indicador a tener en cuenta.
La conferencia de Xavier me reconfortó. Es muy gratificante escuchar en boca de otra persona con tanta experiencia las ideas que he intentado compartir con mis compañeros de claustro. A mi me gustaría trabajar por proyectos como lo hace Carlos Morales, y a la vez que estos proyectos fueran abiertos, que los alumnos pudieran hacerlos suyos incluyendo elementos diseñados por ellos, para que trabajaran alrededor de sus intereses. Pero como profesora interina, cuando llego a un centro no puedo pretender trabajar con proyectos. Por suerte con las TAC encuentro placer con mi trabajo. Me permite adaptarme mejor al trabajo del departamento, es divertido tanto para los alumnos como para el profesor, es dinámico, y lo más importante: consigue que los alumnos aprendan competencias (lo tenga en cuenta o no el departamento).
Al trabajar de forma colaborativa en clase es necesario partir de actividades constructivistas para que todos pudieran trabajar: el tipo de enunciados importa. Esta es una idea que nos transmitió Xavier y después de esta jornada soy más consciente de su importancia. Dependiendo de la actividad que propongas, habrán muchos o pocos alumnos que no sabrán trabajar, y que como no son tontos, se copiaran de los demás. Para que funcione el trabajo colaborativo debemos plantear actividades cuyo resultado pueda ser mejor al trabajar en grupo que trabajando por separado. Cuando un alumno ayuda a otro no hay trabajo de equipo.
¿Qué no es una actividad constructivista? Por ejemplo «Calcula el mcm de 40 y 100». Quien no sepa qué significa mínimo común múltiplo, o no se acuerde del procedimiento para calcularlo, estará perdido, no sabrá qué hacer. Sin embargo, una actividad constructivista sería aquella que tuviera un enunciado que todos pudieran comprender (Dos autobuses, uno pasa cada 40 min y otro cada hora y 40 min por la misma parada,…): un problema real, en el que los alumnos pudieran hacer un esquema, y que pudieran resolverlo de distintas formas. Lo interesante es que al trabajar de forma colaborativa, inevitablemente entre los alumnos se dan distintas formas de plantear el problema, distintos procedimientos de resolución, y al poner las respuestas en común los alumnos aprenden distintas formas de pensar y operar, aprenden a evaluar respuestas, a detectar errores, a proponer estrategias de resolución,… Aprenden a enfrentarse a problemas desconocidos y a ser competentes, que es lo que necesitan.
Ser competente no es saber seguir un protocolo. Ser competente es tomar decisiones que nos permitan actuar eficazmente en situaciones diversas, complejas e imprevisibles. ¡Ahí es ná! Para ser competente hacen falta conocimientos, pero sobretodo valores, habilidades, experiencia,… ¿Cómo podemos ayudar a que nuestros alumnos aprendan competencias? Pues ofreciendo distintos contextos para favorecer que todos los alumnos, que tienen distintas formas de aprender, tengan oportunidad de desarrollar sus distintas inteligencias. En todos los departamentos se deben trabajar las 8 competencias que marca la ley. Nadie dijo que fuera fácil, pero no me negaréis que es apasionante. ¿Cómo conseguirlo?
Xavier nos dijo que en sus clases seguía las siguientes pautas:
- 5 min: trabajo individual
- 7-15 min: trabajo en pequeños grupos (alargar los tiempo no mejora el trabajo en equipo)
- Gran grupo (debate,…)
- Ideas, conceptos, estructuras, teorías, mapa conceptual,…
En sus clases empieza por decirles qué espera de ellos (producto final), luego les dice los tiempos en los que se van a llevar a cabo las 4 fases del trabajo, y finalmente les dice cuál va a ser el criterio de la composición de los grupos en la segunda fase. Evita empezar hablando de la composición de los grupos para evitar que se centren en esto, se pongan a hablar y se despisten.
Es el mejor taller de formación de profesores al que he asistido. Lo mejor de su taller es que nos hiciera poner en práctica lo que teníamos que aprender. Y es el primero al que he asistido en el que nos han hecho colaborar. Sin duda, la mejor forma de aprender una metodología colaborativa es colaborando. Los profesores no estamos acostumbrados a colaborar: es nuestra asignatura pendiente. Poniendo en práctica la TAC del rompecabezas, nos dimos cuenta de que para trabajar de forma colaborativa es importante no ser muy perfeccionista, porque esto alarga los tiempos: hay que pensar que todos los trabajos de aula son mejorables (y esto es una ventaja, porque la mejora puede ser un trabajo para casa).
Además, nos fue explicando las distintas observaciones que hacía en el aula. Cuando sus alumnos trabajan de forma individual puede observar los distintos estilos de aprendizaje que prefieren sus alumnos, y puede ayudarles a modificarlos si estos no les funcionan. No es necesario que todos hagan lo mismo. Cuando sus alumnos trabajan en grupo observa los liderajes, las estrategias que ponen en práctica para resolver los conflictos, qué criterios utilizan los alumnos para decidir quién tiene razón y quién se equivoca (generalmente gana quien tiene mejor capacidad de expresión, o la mayoría: dos criterios nada científicos). Al trabajar colaborativamente los alumnos aprenden a ver sus errores contrastando con iguales. Y al ver las fotos que Xavier toma en clase mientras trabajan, les da la oportunidad de reflexionar sobre las actitudes y los procesos. En la fase de gran grupo hay que permitir que todos tengan su oportunidad y se expresen: quien expone un día, ya no lo hace al día siguiente. Me gustó que nos dijera que las personas tímidas y reflexivas aportan competencias importantes al grupo.
Para acabar esta larga reflexión, una idea clave que hará que el trabajo en el aula funcione:
La implicación emocional es necesaria para la motivación y la competencia comunicativa.
Esta idea podría ser el resumen de lo que nos contó Neus Sanmartí en Madrid, y es tan fundamental para la enseñanza que siempre deberíamos tenerla presente cuando enseñamos y cuando evaluamos a nuestros alumnos.
Estupenda crónica de estas jornadas. Y de paso, me he clarificado mucho respecto de la famosas «competencias». Que todo sea dicho, es una palabra que a mí también (en alusión a otras entradas y comentarios) me retira bastante.
Me llevo esta frase:
«Ser competente no es saber seguir un protocolo. Ser competente es tomar decisiones que nos permitan actuar eficazmente en situaciones diversas, complejas e imprevisibles»
Gracias Aida.
Un saludo
Alejandro
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Muy interesante tu crónica sobre las jornadas. Veo que estuvieron muy bien y siento no haber podido asistir, aunque gracias a ti es como si hubiera estado un poquito allí.
Gracias Aida
Pilar
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Me alegro mucho: esa era la idea 😉
Un beso
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