Tengo una experiencia que quiero compartir con otros maestros y profesores. Hace poco, justo antes de que decidiera dejarlo todo para prepararme la oposición al cuerpo de profesores de secundaria, trabajabé durante seis meses en una academia de repaso privada en Foios (Valencia). Allí acudía un niño de cuarto de primaria que compartía clase con otros niños de quinto de primaria y primero de secundaria (en total eran 4 o 5 alumnos). Como los de primero de secundaria iban a dar las capitales de Europa, y yo conocía las ténicas de asociación, fuimos elaborando en clase asociaciones país-capital. Lo hacíamos todos juntos: proponíamos las asociaciones, y elegíamos la que más nos gustaba.
Por ejemplo: capital de Estonia: Tallín.
Pues alguien decía que Estonia le sonaba a estómago, y otro que a estatua, etc. Y al final votábamos los que más nos gustaba. ¿Y Tallín? A qué se parece… pues unos decían que a tallo, otros que a tallarín, etc. Y al final hacíamos una asociación con las que más nos gustaban. En este caso asociamos estatua a tallarín, imaginándonos una estatua con forma humana hecha de tallarines de carne y tomate, de forma que los ojos eran de carne, y no tenía brazos: era un busto… le íbamos dando cuerpo a la imagen, sonido (pegajoso), gusto, e incluso olíamos al tomate… mmm ¡qué bueno! nos poníamos las botas. Y hacíamos lo mis mo con las demás. Fuimos elaborándolas en varias sesiones, aprovechando que los grupos se entremezclaban. Así, unos les explicaban a los otros las asociaciones que se sabían.
Y aquí viene lo interesante de la didáctica del asunto: este niño, de solo 8 años, se aprendió todas las capitales de Europa en cuatro sesiones utilizando media hora en cada una de ellas (dos veces por semana, durante dos semanas). Y cuando digo todas quiero decir TODAS, y sin equivocarse. Él estaba tan seguro de que no se equivocaba, y se sentía tan bien practicando las asociaciones, que en el último mes que estuvo con nosotros en la academia mejoró muchísimo su autoestima. Bueno, en esto también influyó que estaba aprendiendo cosas «de mayores»… ¡y se las sabía! (A nota informativa, su madre le sacó de la academia porque ya había mejorado, y se fue muy triste por dejarla: se lo pasaba francamente bien)
Con esta técnica conseguí que aprendieran algo que les resultaba superaburrido, de forma entretenida (un juego, en toda regla), y además de forma infalible, porque es que a nadie se le ocurría decir otra cosa que Tallín cuando yo decía Estonia. Y además, a ver quién lo decía primero… fue muy divertido.
Bueno, en realidad yo aplicaba esta técnica a todo lo que les costaba memorizar, y a cualquiera de mis alumnos: tanto de primaria como de bachillerato, todos lo agradecen. Pero éste, sin duda, fue para mi un bonito y claro ejemplo de lo que una buena ténica de enseñanza-aprendizaje puede lograr. Además con el aliciente de que no necesitábamos ningún material de trabajo ni siquiera auxiliar para motivar a los alumnos… nada, sin nuevas tecnologías, sin necesidad de más recursos que nuestra mente y pasándonoslo genial (poque yo disfrutaba igual o más, ¿eh?).
Hola Aida!
Perico me acaba de pasar la dirección de tu Blog, i me parece super interesante, felicidades!
Jo también quiero ser profe, siempre me ha gustado, así que empecé a prepararme la opo hace unos meses, de Tecnología, aunque aun me queda mucho camino….
A una semana vista del examen, y con los ánimos un poco por el suelo, leer estos artículos me han vuelto a incentivar, muchas gracias!
Un saludo.
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